En
este postmortem analizaremos el afamado juego Bioshock, creado por 2K
Boston/Australia y liderado en su diseño por Alyssa
Finley
una de las mayores responsables de su éxito. El carisma que acompaña a esta
primera entrega, sienta las bases del comienzo de una valiosa franquicia y se
muestra como el ejemplo perfecto de las dificultades que entraña realizar un
buen diseño para un videojuego.
La
historia del desarrollo de BioShock es una aventura casi tan épica y distópica
como lo es el propio argumento del juego. A lo largo de su desarrollo, tanto el
equipo de trabajo como el propio juego sufrieron diversos cambios. Entre ellos
destaca el hecho de que se llegó a duplicar el tamaño del equipo inicialmente
previsto, además el enfoque del producto fue alejándose de un RPG para acercarse
más a un estilo shooter, todo ello sin perder la esencia con que originariamente
fue concebido.
La
propia Finley destaca que aunque sea relativamente fácil hablar de los procesos
que se utilizaron para desarrollar el juego, es considerablemente más difícil
describir la chispa creativa que logró convertirlo (partiendo de unas premisas
alejadas de los parámetros habituales tales como una utopía fallida submarina
art decó en la década de 1960) en un shooter comercializable de notable éxito.
Algo que solo se pudo lograr mediante la toma de decisiones creativas correctas
que consiguieron llevar al juego a buen puerto, acompañado en su viaje por el
enorme talento y trabajo tanto de los equipos de diseño como de los de
desarrollo que consiguieron plasmar esta visión y transmitir todas esas
sensaciones al jugador.